Como dice en el libro “Historia de las reglas del Tenis” de María José Pascal los antiguos juegos de pelota tienen su origen en las ceremonias religiosas que se celebraban en honor de la fertilidad al llegar la primavera.

Continúa diciendo que durante el desarrollo de estas ceremonias, los oficiantes se lanzaban entre sí pequeños objetos redondos (como manzanas o piedras) en representación de lo que quizá sus antecesores hicieron con los enemigos vencidos en batalla: jugar con sus cabezas.

Durante el siglo Xlll, en Francia los sacerdotes, obispos y arzobispos jugaban durante las fiestas de la Navidad.

Tenemos la seguridad de que San Carlos Borromeo, que renunció a todas sus riquezas para convertirse en el “Padre de los pobres”, practicó tenis ya que elementos biográficos nos dicen que dedicaba tiempo al ejercicio y sabemos que cuando fue Arzobispo de Milán, en el siglo XVl, sólo permitió practicar tenis a los seminaristas.

Como dato curioso en el siglo XlX, el por entonces vicario de Yorkshire, John Hartley luego de regresar a su  parroquia para oficiar la misa volvió en plena competencia de Wimbledon, para consagrarse campeón en 1879.

Saltando y metiéndonos en los tiempos modernos, la ex niña prodigio, Andrea Jaeger que fue una estadounidense que irrumpió ganando en Las Vegas a los 15 años y que llegó a ser la número 2 del planeta en 1981, decidió invertir todo el dinero ganado en el tenis para adquirir una casa en Aspen, Colorado,  donde creó una fundación (Silver Lining) para los niños enfermos de cáncer.

Ya en el 2006 y con 41 años tomó los hábitos de monja perteneciente a la Iglesia Anglicana-Dominicana. El soplo del Espíritu Santo fue tan fuerte que dice: “sabía que Dios tenía otros planes que ser la número 1 del mundo”.

En 1989, el estadounidense de origen taiwanés Michael Chang, tras consagrarse en Roland Garros con tan sólo 17 años dijo: “Doy gracias al Señor Jesucristo” y añadió “porque sin él nada soy”.

Convertido en cristiano en 1988, a los 15 años, el joven Michael se encontraba en una búsqueda existencial y descubrió la Biblia “a partir de entonces empecé a leer sobre la vida del Señor y su amor por todas las personas. Con el tiempo, lo acepté como mi Señor y Salvador”.

En 1999 se creó la Fundación de la Familia Chang que está abocada a descubrir a Cristo a través del deporte por medio de la práctica de valores espirituales.

El autor Gustavo Germán Rossi es argentino y se especializa en la historia del tenis