Bajo la atenta mirada de Bjorkman, Murray acabó con una racha negativa de ocho encuentros perdidos ante Djokovic, para derrotarle en tres sets y alzarse así con el título en Montreal. Un título que dedicó a su entrenadora Amelie Mauresmo, que acaba de ser madre.

Estrechándose en un abrazo con el sueco Jonas Bjorkman, así celebró Andy Murray el título del Masters 1000 de Montreal. Una victoria que no solo le suponía un nuevo título a su palmarés, suma ya 35, 11 de ellos de Masters 1000, sino que le permitía acabar con la hegemonía del serbio Novak Djokovic.

Murray es uno de los tenistas que más confianza da a sus entrenadores, no en vano decidió apostar por la francesa Amelie Mauresmo y su continuidad, tras una mala época de juegos y resultados, no tardó en dar sus frutos en la presente campaña.

Con la reciente maternidad de Amelie, ayer fue felicitada por Murray tras el encuentro por haber dado a luz esa misma mañana, el británico unió a su equipo técnico a Bjorkman. Un extenista que conoce a la perfección el circuito actual, ya que ha jugado en dobles hasta hace poco tiempo.

Al igual que Mauresmo, Bjorkman le ha aportado a Murray tranquilidad, saber estar en la cancha y mucha autoconfianza, Forman un equipo perfecto y eso se refleja en la gran campaña que está firmando el británico. Es el tenista que más victorias ha conseguido, 53, el segundo con más títulos, cinco, y también el segundo en lograr su clasificación para las Finales ATP de Londres, solo por detrás de Djokovic.

En Montreal ha llegado la venganza de Murray. No ganaba a Djokovic desde la final de Wimbledon  en 2013, desde aquel entonces ocho partidos entre ambos, con derrotas en todos ellos. En el 2015, el serbio privó al británico de poder levantar el título del Abierto Australiano y en Miami.

En el Masters 1000 de Canadá al fin acabó con esta racha negativa, pudiendo dedicar a Mauresmo su victoria. Nunca mejor dicho, el niño de Amelie llegaba a este mundo con un título debajo del brazo.