El hecho de que Andy Murray llegó a la semifinal en Wimbledon, es una prueba de que juega muy bien sobre pasto, pero los expertos opinan que su mejor superficie es, sin duda alguna, la cancha dura, la superficie del US Open.

La movilidad del escocés es un factor, pero sin lugar a dudas, la clave es su forma de mezclar sus bolas y sobretodo su maestría para dictar el ritmo del partido—pocos tenistas tienen esta habilidad desarrollada al grado de Andy. Utiliza magistralmente su slice para traer a sus rivales a la red, con un tiro que parece despegar como un cohete del concreto.

Agrega a esa formula un extraordinario condicionamiento físico y una fortaleza mental digna de un No. 2 del mundo y Andy tiene lo necesario para ganar el US Open, si es que Roger Federer no se interpone en su camino como lo hizo en Cincinnati.